Hablar de un Barça-Madrid es hablar de algo más que un partido de fútbol. Es el partido más deseado del año tanto en la Ciudad Condal como en la capital de España. Este año, el calendario ha querido que la primera entrega del partido del siglo sea en el Camp Nou, es decir, en territorio culé.
En la temporada pasada, el Real Madrid tuvo la victoria en la palma de la mano. Un 2-3 que hacía presagiar la gloria blanca, y el despegue del equipo dirigido entonces por Fabio Capello, se tornó en un 3-3 inesperado por obra y gracia de un genio llamado Leo Messi. El gol del empate en el tiempo añadido supuso un duro golpe para el Madrid y un punto con sabor a victoria para los de Frank Rijkaard. Incluso se habla que Iker Casillas, comenzó a golpear la puerta del vestuario visitante del coliseo azulgrana una vez acabado el partido, y que jugadores como Ronaldinho o Xavi, rivales acérrimos esa noche, tuvieron que consolar a un desesperado portero blanco.
Pero no todo son acciones tiernas en estos duelos por excelencia de la Liga. El Real Madrid no es bien recibido en el Camp Nou, igual que ocurre con los catalanes cuando visitan Chamartín.
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